Una situación improbable
Llamo al eClub «mi proyecto de confinamiento». Durante este período, mucha gente a mi alrededor se quedó sin ingresos. Sobre todo los profesores de deporte, danza, música… esos oficios que se eligen por pasión, ¡qué lástima! Personas que habían tenido el valor de ser autónomos o de ejercer una profesión artística para sentirse realizadas y libres sin depender de un jefe, fueron las primeras víctimas de circunstancias externas sobre las que no tenían control alguno.
Sin embargo, fui la primera en beneficiarme de sus actividades. Una excepcional efusión de generosidad de gente vulnerable ella misma en esta situación, me permitió elegir entre una increíble gama de actividades gratuitas online que me «alegraron el confinamiento». Disfruté más que nunca de clases de baile, pilates, yoga, descubrí diferentes tipos de meditación e incluso me beneficié de sesiones de Reiki a distancia.
Estas personas fueron decisivas para mí. Fué gracias a su dedicación que viví este período con, debo admitirlo, mucha alegría y entusiasmo.
Sin embargo, había algo injusto e incoherente.


Primeras pruebas
Espontáneamente, lo primero que hice fue encontrar una herramienta que permitiera a mis amigas trabajar en línea.
Zoom pareció la más apropiada. Hicimos un montón de pruebas en situación real para asegurarnos de que las clases de danza en línea podían ser de alta calidad: determinamos la mejor configuración posible y el número máximo de participantes que un profesor podía seguir y corregir de manera realmente eficaz…
Durante todas estas pruebas, nos alegró ver que los estudiantes esperaban con impaciencia estos cursos. Les ayudaban a desconectar de la pesadez del ambiente y les permitían realizar una actividad física agradable. Evidentemente, participé a estas clases y pude constatar por mí misma los beneficios: me lo pasé bien con gente que no conocía, reímos, hizimos deporte y nos desahogamos.
¡Habíamos encontrado una solución viable!
Hacia la comercialización
Y sin embargo, algo me preocupaba: ¿Cómo iban a sobrevivir financieramente estas personas? Porque las actividades se ofrecían gratuitamente con la posibilidad de hacer donaciones voluntarias.
Nunca me gustó dar limosna. Siempre he considerado que la verdadera ayuda es estimular la autonomía de la persona. Pensé que lo ideal sería proporcionarles una pequeña herramienta sencilla que les permitiera vender sus prestaciones en línea. La idea del eClub comenzó a germinar.
Inicialmente era un proyecto minimalista, el eClub sería una simple tienda online que vendería sus actividades. Para impartirlas compartirían una suscripción Zoom.
Así que me lancé con entusiasmo en este «pequeño» proyecto de tienda en línea que, pensaba yo en aquel momento, sólo me llevaría unas pocas semanas y ayudaría muchísimo a mis amigas. ¡Ah, qué poderoso es el motor de la inconsciencia!
Compartí mi idea con algunos profesores más para confrontarlo, incluso antes de comenzar el trabajo, con una pequeña muestra de necesidades reales. Fué muy bien recibida, lo que me motivó aún más!
El resultado
La pequeña tienda iba tomando forma. Mientras que avanzaba, se me ocurrió la idea de transformarla en un «mercado online»: la gente gestionaría una tienda lista para usar de forma independiente. ¡Era lo ideal!
¡Mi «proyectito» dió un estirón de repente! El eClub estaba tomando forma.
Sería un mercado de actividades de ocio online en forma de reuniones de Zoom. La especificidad sería que durante las actividades profesores y participantes pudieran interactuar creando así lazos sociales y los profesores ayudarían cada participante a progresar según su nivel como en una clase presencial. Para que este mercado fuese acogedor y con buena onda, yo mismo seleccionaría a animadores de calidad, evitando la competencia entre ellos. Cada animador se beneficiaría de la audiencia traída por todos los demás.
Utilizando una herramienta en situación real es cuando aparecen los fallos. Incluso antes de lanzar las primeras pruebas, surgieron las primeras preguntas embarazosas: ¿cuánta gente va a venir a mi clase? ¿Cómo se crean las suscripciones anuales?
¡Tuve que crear un módulo para reservar las sesiones con todas las opciones necesarias! Las dificultades técnicas se multiplicaban: gestión de las zonas horarias de cada país, traducciones automáticas de las actividades…

En un momento de agotamiento, mi pareja me pregunta: ¿por qué hiciste un sitio multilingüe desde el principio? Era una buena pregunta, que no me había planteado. Como yo misma tomaba clases en varios idiomas, me pareció obvio que mi eClub abriría con tres idiomas. Esto ofrecía más oportunidades a los animadores y permitía a los usuarios acceder a cursos en todo el mundo. Después de todo, ¡algunas ventajas tenían que tener las actividades remotas!
Después de muchísimo más trabajo de lo previsto inicialmente, abrimos el eClub! Tras las primeras ventas y los primeros cursos impartidos, la respuesta ha sido muy positiva, tanto por parte de los profesores como por parte de los estudiantes! ¡Qué alegría!

A posteriori
El proyecto eClub tiene un matiz especial para mí, fue una especie de creación feliz en un contexto en el que, instintivamente, me centré en lo que era importante para mí: el amor, la alegría, la libertad.
Como en cualquier momento crucial de la vida, me pregunté: «¿Qué es lo que realmente necesito para ser feliz?» Pero la imprevisibilidad de este período planteó una pregunta más compleja: «¿Cómo proteger su equilibrio de las circunstancias externas?» «¿Cómo realizarse dentro de una estructura social que apoya menos de lo que oprime?»
Mi modesta respuesta fue: cultivando la libertad y mimando el ánimo.
Alegría y libertad: ¡Qué hermoso dúo!
El cultivo de la libertad nos permite aflojar nuestros lazos con una estructura, con un ambiente. Facilita el cambio de orientación y de entorno. Saber que tenemos la posibilidad de cambiar de rumbo nos hace menos vulnerables. Sentimos que tenemos la capacidad de elegir, de decidir lo que estamos dispuestos a aceptar o no.
Cultivar nuestra libertad requiere energía, exige que seamos cada vez más autónomos emocional y materialmente, y muy atentos a la evolución de las situaciones, técnicas, conocimiento y y a nosotros mismos. La cultura de la libertad es incompatible con cualquier forma de pereza. Pero todos vivimos momentos de pereza…
Durante este período de confinamiento, mi rutina diaria se fue al traste. ¡Qué sensación de libertad! Sólo pensaba en divertirme, ¡como una niña! Debo haber sentido inconscientemente el peligro de la depresión que acechaba si me quedaba en casa sin hacer nada. Encontré un montón de actividades físicas divertidas por Internet. Cuando salir está prohibido, cuando el movimiento físico no va de por sí, se convierte en un verdadero privilegio!
¡Nunca he tenido tanta energía! Me he dado cuenta de que es nefasto vivir sentados todo el día, de que tenemos una gran variedad de habilidades de las cuales sólo utilizamos una pequeña porción. Comprendí que cada disciplina alimenta las otras. Mientras hacía mi proyecto, que consistía principalmente en programar, tuve momentos de saturación. En lugar de descansar, con el riesgo de dejar que mis elucubraciones absorbieran toda mi energía, hacía una actividad divertida totalmente diferente: una clase de baile, pan casero, meditación, jardinería… Tras un par de horas, volvía a mi proyecto con soluciones simples y efectivas.
Este período de confinamiento también me liberó de mi apego a la ciudad. Siempre me ha encantado vivir en ciudades grandes con gente de todo el mundo, una gran variedad de actividades y un a mente abierta debido a la mezcla cosmopolita. Durante este confinamiento, tomé cursos en una amplia variedad de disciplinas, transmitidos desde diferentes partes del mundo, por profesores soprendidos a su vez, por la audiencia internacional que este contexto les había aportado. Mis criterios geográficos también se esfumaron: ya no necesito vivir en una gran ciudad para disfrutar de un ambiente cosmopolita: ¡he experimentado que hoy es posible desde cualquier lugar!
¿Qué tal si cultivamos juntos la libertad y la alegría?
Espero que el eClub que he imaginado en este periodo improbable ayude a difundir la alegría y la libertad que tanto aprecio. Me encantaría que permitiera a muchos artistas y empresarios independientes crearse un ingreso decente, repartiendo momentos de felicidad y calor humano en todo el mundo.